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La Irocono es el ego de una joven artista latinoamericana quien escapó del cuerpo de su creadora para poder vivir en paz y hacer lo que le plazca. Irocono no pretende ofender a alguien, sino burlarse de las cosas de la vida a través de la ficción. Por el momento anda desempleada, y como huyó del cuerpo de su creadora, una jovencita habilidosa como les comenté anteriormente, pues se le dio por abrir un blog y expresarse. Se preguntarán quien soy yo, ¡no vayan a creer que soy Irocono!, soy Carmen, una vieja amiga de la creadora y cuidandera de la Irocono. Por ahora esa es toda la información que les puedo dar, pues ella prefiere que la conozcan por lo que escribe y lo que fotografía. Bienvenidos, y gracias por visitar a La Irocono.

miércoles, 30 de diciembre de 2009

La Sonrisa de Nidia

Tal como hizo Cristo, resucitamos el domingo santo con el gol de mi amiga.

Cuando la maya del arco se movió violentamente confirmando que el balón había entrado, volteé a ver a Nidia, dio un brinco y empezó a sonreír, nunca antes había visto una sonrisa tan hermosa en mi vida. Sus ojos escoltados por aquellas cejas pobladas que siempre me han cautivado, brillaban porque parecían tener luz propia y no servir como reflectores de algún rayo de sol perdido de las seis de la tarde, los huecos en sus mejillas delimitaban la extensión de sus labios haciéndolos ver más largos y delicados desde mi perspectiva, sus dientes eran tan blancos que me hizo añorar la nieve que alguna vez vi en Bogotá, y la manera como su cola de caballo se paseaba por su cara en consecuencia de tanto brinco, me dio a entender que ella pertenecía al equipo de La Playa y no era un simple refuerzo como yo.

Nidia pateó el balón de una manera extraña pero efectiva. Éste entró al segundo palo con tal agresividad que ni siquiera la portera pudo vislumbrarlo, he de suponer que no esperaba que la número diez y siete de La Playa tirase al arco en lugar de hacer el famoso pase de la muerte en aquella posición. Nidia entró por la derecha al área chica teniendo a Bonnie y a Yamile por la izquierda dentro de la misma zona, a la número catorce en el punto penal y a mí un poco más atrás, además de otra niña que no recuerdo con exactitud ahora pero sí estoy segura que estaba diagonal a su derecha, sin contar a las cinco defensas de Juan Mina distribuidas por toda el área.

Sonó el silbato de nuevo y las de Juan Mina tocaron el balón. Con el típico toque-toque de la selección Colombia, las locales hicieron su juego. Faltaban como unos diez minutos para que se acabara el juego y esas viejas no soltaban la bola. Aún así defendimos el gol de Nidia como verdaderos caballeros medievales. Bonnie y Yamile tuvieron dos jugadas fallidas, y yo me limitaba a esperar un mal pase para tirar al arco, pero al final no hicimos otra anotación.

3-1 quedó el partido. Juan mina era campeón del campeonato interdepartamental femenino y nosotras sólo tuvimos la sonrisa de Nidia. Una sonrisa que alumbró toda la cancha en medio del ocaso de la derrota.

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