Eva cogió sus hojas, algunas manzanas, y se fue. Salió del Edén en busca de una nueva vida y un mejor hombre. Tenía miedo a lo desconocido y al reto de formar un paraíso terrenal como el Edén. Pero la idea de ser nuera e hija a la vez de un mismo tipo llamado Dios, quien nunca se hacía presente y siempre la veía desnuda, la aturdía tanto como para seguir adelante.
Caminó y caminó por dos semanas. Su meta era encontrar un buen amante con quien construir un nuevo hogar, o por lo menos, para pasar un buen rato mientras hallaba al hombre de su vida, sin embargo, se refugió en la zoofilia por un tiempo, incitada por una serpiente que se enroscaba en su pierna, subía por su espalda, doblaba su cintura hasta llegar a sus senos, y rápidamente paseaba por su cuello, volviéndola loca de placer.
Caminó y caminó por dos semanas. Su meta era encontrar un buen amante con quien construir un nuevo hogar, o por lo menos, para pasar un buen rato mientras hallaba al hombre de su vida, sin embargo, se refugió en la zoofilia por un tiempo, incitada por una serpiente que se enroscaba en su pierna, subía por su espalda, doblaba su cintura hasta llegar a sus senos, y rápidamente paseaba por su cuello, volviéndola loca de placer.
Así duró dos años, disfrutando de la serpiente hasta que se aburrió. Se arrancó una costilla y creó a otra mujer.
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